Entrevista a María Bastidas Aliaga

“LA FUENTE DE LA DISCRIMINACIÓN EN EL EMPLEO ES LA DIVISIÓN SEXUAL EN EL TRABAJO”.

MARIA BASTIDAS

El Perú atraviesa un momento crucial. Asistimos a una toma de conciencia colectiva sobre uno de los problemas estructurales que tenemos como sociedad: el machismo exacerbado y su expresión extrema en el feminicidio y la violencia contra la mujer. María Bastidas Aliaga, experta en temas de trabajo y género, con una importante experiencia profesional como consultora, activista y docente, conversó con TrabajoDigno.pe sobre la situación actual de las trabajadoras peruanas y la importancia de la Economía del Cuidado hoy en día.

Estamos ad portas de una movilización importante en nuestro país, en respuesta a la violencia contra la mujer. ¿Cómo ves la situación de la mujer peruana en el mundo del trabajo?

En el periodo 2004 al 2014 se han dado avances sustanciales. No obstante, todavía hay muchas preocupaciones. La participación ha crecido en 10%, pero si lo comparamos con la situación de los hombres, se perciben brechas del orden del 20%. Otra característica es una mayor presencia de mujeres rurales que en las urbanas, pero igual con brechas sustanciales con relación a los hombres. A pesar de contar con mejores indicadores académicos y educativos, las mujeres estamos ganando 30% menos del salario de los hombres. Los procesos de tercerización son más altos entre las mujeres que entre los hombres (comercio, servicios no personales y las trabajadoras del hogar), que están representando aproximadamente el 6% de la PEA. El empleo público es una fuente de trabajo importante para las mujeres. Sin embargo, cuando hacemos el cruce dónde están las mujeres, solo uno de cada 3 funcionarios son mujeres, lo amplía la brecha en términos de ascenso y promoción laboral. Por otro lado, hay una fuerte presencia de mujeres en los empleos de menor calidad; hablamos del empleo independiente, trabajadoras no remuneradas, y nuevamente el servicio doméstico. Otra característica es la presencia de las mujeres en la mal llamada “economía informal”. Las mujeres representamos el 78% aproximadamente de la economía informal, siendo mayor en el ámbito rural, donde son más del 95%. Y cuando hablamos de economía informal, nos referimos a aquellos trabajadores y trabajadoras que carecen de seguridad social; es decir, no tienen un futuro para adelante.

¿Qué factores estarían detrás de esta realidad, que a pesar de los avances que comentas, mantienen brechas que parecen insalvables hoy en día, pero que movimientos como el que se va a dar mañana, dan luces sobre posibles cambios en nuestro país? ¿Cuáles son las razones de estas desigualdades?

Una de las razones fundamentales, y que creo no estamos teniendo en cuenta, tiene que ver con la división sexual del trabajo. La valoración de lo público, lo reproductivo y lo no reproductivo. Cuando hablamos de lo productivo, estamos hablando del trabajo que te genera salario, recursos, derechos (a pesar que, como he dicho, no está tan bien para las mujeres). Y el trabajo de la economía del cuidado, es el que significa toda la gama del trabajo doméstico (lavado, planchado, cocinar); pero además los famosos “cuidados”: el cuidado de los niños, de la persona enferma o con discapacidad, de nuestros padres, por ejemplo. Así vista, la fuente de la discriminación en el empleo es la división sexual en el trabajo.

“Hay resistencias para aceptar la economía del cuidado como parte de la agenda pública”

Has publicado recientemente Economía del cuidado, empleo femenino y sindicalismo en el Perú (ADC, 2016), donde desarrollas el concepto de economía del cuidado. ¿Cuál es su importancia para una sociedad como la nuestra?

En América Latina se está en un proceso de tránsito. Cómo vemos esta transición de la asociación del cuidado con la afectividad; el cuidado desde la lógica del famoso sacrificio. Ahora entramos a una nueva discusión sobre cómo el cuidado debe ser concebido desde una lógica de los derechos. Y si hablamos desde la lógica de los derechos, hablamos por tanto de un bien público. Entonces, tiene que tener un nivel de valoración y reconocimiento.

Lamentablemente, en pleno siglo XXI, este trabajo lo estamos haciendo fundamentalmente las mujeres (no quiero decir que los hombres no lo hagan, pero lo hacen de manera puntual). Explicábamos algunas tendencias de los mercados laborales: las mujeres salen al mundo de trabajo masivamente, pero ya no es un problema de carácter de crisis, sino un tema de estructura de la economía. Y eso no solo se está produciendo en América Latina, sino en el mundo entero. Lo que pasa es que [las mujeres] salen al mercado laboral, pero no han reconsiderado las labores en el quehacer doméstico. Entonces, las mujeres asumen una doble jornada. Y aquellas mujeres que se organizan y participan en sindicatos, cumplen un triple rol. Esa doble o triple jornada de trabajo es un impedimento para el desarrollo personal, profesional y laboral de las mujeres. Entonces, cuando hablamos del cuidado, estamos entrando a cómo ver la economía convencional desde una lógica diferente. Eso es un aporte sustancial del feminismo, relativo a los procesos que generan recursos para la vida. Estamos hablando de los cuidados de los seres humanos. ¿Qué pasaría si no se diera ese cuidado? La economía del cuidado se está discutiendo en paralelo con la economía convencional. Y un aporte sustancial tiene que ver con la visibilización de ese trabajo invisible que por siglos se ha mantenido, y que hoy está comenzando a tener mayor fuerza en el ámbito público. Insisto: todavía hay muchas resistencias en las políticas públicas para aceptar que el cuidado debe ser parte de la agenda pública.

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En qué se debe traducir este reconocimiento del valor social y económico de la economía del cuidado?

Creo que es importante plantear algunos datos del INEI del 2010. Se hizo un estudio del uso de los tiempos de las mujeres y hay grandes diferencias. Por ejemplo, las mujeres trabajan aproximadamente 23 horas en el ámbito del trabajo reproductivo, frente a las 14 horas que trabajan los hombres. A diferencia de eso, los hombres trabajan en el ámbito productivo más de 50 horas, versus las casi 40 horas de las mujeres. Si te das cuenta, las mujeres estamos trabajando más en casa, y los hombres fuera. Situación que está generando un menor ingreso para las mujeres, porque es un trabajo que no se está pagando. Ese es el hándicap que nos está generando todo el tema del doble o triple esfuerzo que realizamos las mujeres en el mercado laboral. Por eso me parece clave tener en cuenta en la agenda pública –pero incluso dentro la agenda de las mujeres, empresas y sindicatos–, el tema del cuidado como un elemento sustancial en las discusiones sobre las políticas.

“En el ámbito de la economía, de la producción, las mujeres no somos tratadas con igualdad”

Esta desigualdad que comentas, que persiste en el ámbito del trabajo, puede ser entendida como violencia estructural contra las mujeres.

Por cierto, cuando hablamos de la desigualdad, estamos hablamos de tratos diferentes que tienen las mujeres en diferentes ámbitos de la vida. Concretamente, en el ámbito de la economía, de la producción, las mujeres no estamos siendo tratadas con igualdad. Si tú analizas toda la gama de dificultades que tienen la mujer para insertarse al mercado laboral, la maternidad resulta “una dificultad” para ellas: no se les premia, sino se les sanciona, se le discrimina. Eso es un elemento sustancial que hay que tener en cuenta. Otro de los temas en discusión es el famoso acoso sexual en el trabajo. Entrando a explicar la importancia de la marcha #NiUnaMenos, que va a marcar un hito histórico en el país, hay que advertir que esto es resultado de la lucha incesante de las mujeres desde sus diferentes vertientes y miradas. El movimiento feminista y el movimiento de las trabajadoras, han dado un aporte sustancial. Y esto es resultado de un proceso invisible que se estaba dando y que sale a la palestra ante tanta injusticia y ante las decisiones de los jueces que son tan evidentes. Estamos hablando de aquellas mujeres que se han atrevido a decir.

Tenemos un problema de la violencia dentro del hogar. Tenemos que conceptualizar el acoso sexual en el trabajo, que afecta su vida personal, familiar. Incluso para la productividad de las propias empresas: las mujeres que son maltratadas, acosadas y golpeadas en sus centros de labores, van a producir menos, por tanto van tener menos productividad. Si las empresas quieren mejorar sus ingresos, tendrán que asumir medidas contra la violencia. Además que tiene que ver con políticas de Estado.

¿Cuáles serían las prioridades de la agenda laboral de las mujeres, para este gobierno que comienza?

Este gobierno que comienza tiene un gran reto. Un elemento clave que puede generar un marco diferente, es cómo poner en la agenda pública el tema del cuidado como prioridad. Ayuda mucho, insisto, en visibilizar la economía desde otra perspectiva. Estamos reconocimiento esta economía que se encarga, de manera invisible, de reproducir la vida del ser humano, y que nadie lo paga. Y cuando hablamos de un reconocimiento de este trabajo, estamos hablando de inversiones, de valoraciones y de cambios culturales. Porque no solamente el tema de la corresponsabilidad social de los cuidados, se tiene que trabajar a nivel de las familias –porque las mujeres también tenemos que aprender a recomponer las funciones al interior; los hombres tendrán también que aportar, porque el trabajo del cuidado no es un voluntariado, es un deber, lo tienes que hacer porque es una obligación–.

A nivel de las empresas también se tiene que trabajar medidas, por ejemplo, en el tema del cuidado de los niños y niñas; el gobierno de Fujimori derogó los centros de cuidado y hasta ahora no los han devuelto. El tema de la paternidad, el cuidado desde los padres, que no es solamente dos o tres días, sino compartir permanentemente. A nivel de las propias empresas, cómo invierten en trabajar la corresponsabilidad de manera compartida en los centros de cuidado; políticas de sensibilización para la valoración del trabajo reproductivo. Además, desde la estructura del Estado hay que trabajar políticas de sensibilización y reconocimiento; el tema de las cuentas satélites, actualizar el estudio del 2010. También la valoración social y económica del trabajo realizado por las trabajadoras del hogar. Además de poner el tema del cuidado en la agenda pública, es importante que este gobierno ratifique el Convenio N° 189 de la OIT, que fue un comprimo del gobierno anterior, pues me parece que está negando el derecho a mujeres gracias a quienes se está reproduciendo la sociedad.

“Tenemos una ley discriminatoria, que reduce a la mitad los derechos de las trabajadoras del hogar”

¿En el Perú, actualmente, a cuanto asciende el número de trabajadoras del hogar? ¿Cuál es su situación?

De acuerdo a estadísticas del MTPE, estamos llegando a cerca de 5 mil trabajadoras del hogar a nivel nacional. Pero cuando hablas con las organizaciones de las mujeres. coinciden en señalar que son más. Además de la cantidad (que no siempre están registradas oficialmente), quisiera poner en agenda el tema de la precariedad con que realizan sus trabajos. Aquellas que trabajan cama adentro, no son dueñas de su tiempo. En pleno siglo xxi, permitimos que existan relaciones de esclavitud y servidumbre. Dos, la precariedad del trabajo: la mayoría no cuenta con contratos que te permitan oficializar el tema de la seguridad social: hay mujeres han trabajado hasta 20 o 30 años y ahora están fuera, no tienen ningún tipo de ingresos.

¿Se cumple el salario mínimo en el trabajo del hogar?

La ley lo dice, pero nunca se cumple. Lo cierto es que tenemos una ley bastante discriminatoria, que reconoce oficialmente la mitad de derechos a las trabajadoras del hogar. Ese es un elemento fundamental que este gobierno tendrá que abordar, pero que puede ir paralelo a la ratificación del Convenio N° 189. Otro tema que me parece importante levantar en el contexto de la movilización, es el de las violaciones y malos tratos que reciben las trabajadoras del hogar. Una parte de ellas vienen con experiencias de violación y mal trato en su niñez, para luego insertarse en un centro de trabajo donde son víctimas de violaciones y malos tratos. Me parece importante la revisión del sistema de inspecciones. Habrá que revisar la política del Sector Trabajo, cuánto tienen de inversión y recordar, por ejemplo, que el mismo sindicato de inspectores lo está poniendo en cuestión.

Otro tema que debemos trabajar es el cumplimiento de la Recomendación Núm. 204 sobre la transición de la economía informal a la economía formal. Acá hay una deuda histórica con ese gran sector de la economía informal que pasa el 70%. Estamos hablando de las trabajadoras que venden en las calles; si para nosotros resulta duro trabajar en un ambiente que es adecuado, imagínate lo que significa trabajar en las calles. Además de las tareas de cuidado que se les asigna como un asunto “natural”. No tienen acceso a crédito, seguridad social, esto es el famoso autoempleo. Como dicen las propias mujeres, son violentadas por las autoridades de los gobiernos locales. Les dicen “Salimos a vender no porque queremos, sino por necesidad”. Piensa si estas personas no venden, hablaríamos de una situación de precariedad. Nos falta mucha sensibilidad. Van al Ministerio de Trabajo, y les dicen: “Ustedes no están en nuestro sector. Nosotros vamos a los que están en las empresas”. Hay un grado de insensibilidad… Espero que este gobierno releve el tema de la economía informal dentro de sus políticas.