Walter Díaz de la Vega Castillo
Secretario General del Sindicato Nacional de Trabajadores de Telefónica del Perú (SINATTEL) y dirigente nacional de la Central Unitaria de Trabajadores, CUT-PERÚ.
Las clínicas privadas han demostrado en estos más de tres meses de cuarentena que no les ha importado nunca la vida de los peruanos. Los dueños de estas han decidido sobre la vida y la muerte de muchos, y a una gran cantidad que carecía de las decenas de miles de soles para internarse de urgencia los dejaron morir, han cobrado precios impensables por medicamento que no vale más de un sol y han endeudado a miles de familias que no saben hoy cómo pagar esos robos que “aceptaron” por temor a perder a quienes más amaban.
Los trabajadores no podemos seguir sumándonos como tontos útiles a la acumulación de sus millones llenando sus bolsillos para sus lujos, mientras los peruanos sufren, agonizan y mueren. Las empresas prestadoras de salud (EPS) viven de nosotros, de los aportes mensuales que brindan los trabajadores afiliados, además de captar el 2.25% de los aportes destinados a EsSalud (solo entre el 2006 y 2011, Rímac EPS sumó 127 millones de soles en utilidades): negocio redondo para los dueños y ejecutivos.
La atención en una EPS es más rápida, sí, pero para eso tengo que estar al día en mis pagos y con ello pagar los altos costos de consulta, exámenes, medicina, hospitalizaciones, operaciones y las citas ambulatorias, además del aporte mensual que nos descuentan y que en algunos casos representa casi el 20% de nuestros sueldos.
¿Qué podemos hacer ante el abuso y la perversidad de las clínicas privadas y las EPS?
La respuesta no puede ser otra: salirnos de estas. Tenemos que escapar de un sistema que solo permite que los más ricos sigan enriqueciéndose sobre la base de nuestro trabajo, esfuerzo, salud, ahorros y el progreso de nuestras familias, y que ha demostrado que en la pandemia solo se aprovecharon para seguir haciendo sus negociazos.
Llevar más de 15 años afiliado a una empresa prestadora privada de salud (EPS) permite conocer su comportamiento real. Por eso sé que migrar a otra EPS, para que sea su turno de enriquecerse, no es la solución. No podemos seguir sometidos a la lógica y merced del privado que privilegia su avaricia sobre nuestros derechos. No podemos permitirlo más.
Los trabajadores debemos organizarnos y construir una alternativa que cubra las necesidades de atención de salud en alianza con el Estado, en este caso con EsSalud, en la que seamos los propios trabajadores quienes participemos de su gestión para asegurar la calidad de atención.
Migrar a un plan de salud público y de calidad para quienes trabajamos en el sector telefónico es una posibilidad que debemos trabajar con urgencia; y a su vez, extenderla a todos los sectores laborales del Perú. Algunos de nuestros locales sindicales, e incluso de la propia empresa, podrían convertirse en policlínicos de EsSalud para los trabajadores de nuestro sector. Podemos plantearnos a mediano o largo plazo la creación de una red nacional de policlínicos de atención ambulatoria, lo mismo que un gran hospital para los trabajadores telefónicos donde se atiendan los trabajadores activos y jubilados del ramo a nivel nacional.
Las matemáticas nos ayudan: con tan solo mil trabajadores y con un aporte de cien soles mensuales, obtendríamos más de un millón de soles en un solo año. Ello permitiría, incluso, la compra de un predio para poner en marcha nuestro plan de salud pública para los telefónicos y sus familias.
¿Queremos que dejen den de abusar y que nuestros aportes sirvan para fortalecer el acceso a la salud de los trabajadores? Escapemos de las EPS. Alternativas más humanas existen, solo debemos empujarlas. Así como peleamos por las ocho horas, por derechos laborales, por seguridad laboral, por pertenecer a un sindicato, así debemos luchar para que en el Perú no haya una minoría que se enriquece a costa de nuestras muertes nunca más.