Desigualdad Salarial y Crecimiento Económico A PROPOSITO DEL FORO INTERNACIONAL SOBRE SALARIO MÍNIMO Y DIALOGO SOCIAL

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El día de hoy se llevará a cabo el “Foro Internacional de Buenas Prácticas Gubernamentales en Diálogo Socio Laboral y Remuneración Mínima”, organizado por el Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE), la Universidad del Pacífico (UP), el Programa Laboral de Desarrollo (PLADES) y la Fundación CNV International. Este importante esfuerzo –animado por el sector público conjuntamente con la academia y sociedad civil– tiene por fin propiciar un espacio de reflexión sobre dos instrumentos fundamentales para el crecimiento económico con desarrollo social en la región y nuestro país, como son el dialogo social y las políticas de salario mínimo. Los detalles del programa y participación puede verlos aquí.

Este evento se da en un contexto en que se viene discutiendo, a nivel del Consejo Nacional de Trabajo y Promoción del Empleo (CNTPE), los términos en que se aprobará una norma que regulara los ajustes periódicos del salario mínimo. Se espera que los actores sindical y empresarial lleguen a un consenso sobre un conjunto de parámetros macroeconómicos y sociales que condicionarían la revisión y aumento del salario mínimo, institucionalizando un acuerdo que viene del 2007 pero que hasta la fecha ningún gobierno había intentado concretar.

Pero no solo en Perú se discute sobre el salario mínimo. En España el gobierno del PSOE y su aliado PODEMOS adelantaron su intención de incrementar el salario mínimo en 22% (de 750 euros a 900), siendo duramente cuestionado por sus potenciales implicancias en los niveles de empleo y desempleo.

Quien ha salido a cuestionar los “escenarios catastrofistas” de quienes se oponen al aumento del mínimo en España, ha sido el Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, quien ha señalado al diario El País que incrementar el salario mínimo tiene un impacto “insignificante o incluso positivo” sobre el empleo.

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A conclusión similar llega el economista José Moisés Martín Carretero. Tras revisar un conjunto de estudios sobre los efectos que han tenido subidas del salario mínimo interprofesional (SMI) sobre el empleo, en lugares tan distantes como Estados Unidos, Australia o México, encontró que “en la mayoría no se detectó un impacto significativo; y donde sí hubo alguno, este se centró en grupos determinados, como los jóvenes o las personas con poca calificación”.

Sería importante que en el Perú se tomarán en cuenta estas apreciaciones que ponen paños fríos a propuestas extremistas, que plantean incluso innecesaria la discusión siquiera del salario mínimo. La adecuación periódica del salario base es importante no solo como factor de equidad y justicia social, sino también como fundamento del crecimiento económico.

Sindicalización, salario mínimo y desigualdad

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Aunque en nuestro país este tema ha sido sustraído del debate público por acuerdo de las partes, la relevancia que tiene este parámetro salarial para la población es evidente. Precisamente, por estos días se ha destapado en los medios el caso de una empresa gastronómica en Lima, que imponía un abusivo sistema de cuotas a la propina recibida por su personal. Poco importaba que los meseros recibieran como remuneración el salario mínimo; menos que se tratara de restaurantes exclusivos con ingresos sustantivos similares a los de las grandes empresas. No. Igual se sustraía un porcentaje de la propina entregada por los comensales al mozo o moza que los atendió, no al empleador. Por lo que se reporta en la prensa, se trataría de trabajadores informales o “en negro” laborando para empresas top… ¡premiadas internacionalmente!

Este tipo de situaciones sacan a la luz aspectos pocas veces considerados en los debates públicos sobre el empleo (cuando se dan), como son el salario mínimo o la negociación colectiva. Ante la creciente desigualdad salarial que genera el actual modelo de libre mercado y desregulación laboral, crecen los niveles de disconformidad, distanciamiento y desapego de la población respecto de la democracia y sus instituciones (“¿Por qué algunos ganan muchísimo más que yo, cuando el trabajo duro lo hace uno?”, se preguntan legítimamente los trabajadores de empresas como las denunciadas, que ganan el salario mínimo “más propinas” trabajando jornadas extras y feriados).

Esta relación entre instituciones laborales y desigualdad salarial es abordada por los investigadores Florence Jaumotte y Carolina Osorio Buitron, en un sugerente artículo publicado en la revista del FMI, Finanzas & Desarrollo, titulado “El poder desde el pueblo”.

En un breve texto, los autores dan cuenta de sus pesquisas sobre las causas del aumento de la desigualdad a partir del vínculo entre las instituciones del mercado laboral y la distribución del ingreso, analizando la experiencia de un conjunto de países desarrollados desde la década de 1980. Sus hallazgos dan cuenta de una serie de efectos que generan cambios en la sindicalización o el salario mínimo en los trabajadores de ingresos bajos y medios.

(…) Encontramos fuertes evidencias de que la menor sindicalización trae aparejada una mayor participación de los grupos de ingresos más altos en las economías avanzadas durante el período 1980–2010, lo cual contradice los pre-conceptos acerca de los canales de influencia de la densidad sindical en la distribución del ingreso. Este es el aspecto más novedoso de nuestro análisis, que crea el marco para futuros estudios sobre el vínculo entre la erosión de los sindicatos y el aumento de la desigualdad en los niveles más altos.

En base a una serie de análisis econométricos, Jaumotte y Osorio Buitron confirman que la caída de la sindicalización se asocia fuertemente con el aumento de la participación en el ingreso del extremo más alto. Si bien aclaran que la causalidad es difícil de establecer, la caída de la sindicalización parece ser un determinante clave de la mayor participación de los ingresos del nivel superior. Esta observación es válida aun después de considerar los cambios en el poder político, las modificaciones en las normas sociales relativas a la desigualdad, las variaciones sectoriales del empleo (tales como la desindustrialización y el creciente papel del sector financiero) y los aumentos del nivel educativo.

Para las autoras, los principales canales por los cuales las instituciones del mercado laboral inciden en la desigualdad del ingreso son los siguientes:

  • Dispersión salarial: existen estudios económicos que dan cuenta cómo la sindicalización y el salario mínimo reducen la desigualdad al contribuir a igualar la distribución salarial.
  • Desempleo: no encuentran evidencia sólida que relacione la existencia de sindicatos fuertes y un salario mínimo más alto, con el incremento del desempleo y una mayor desigualdad del ingreso bruto.
  • Redistribución: Los sindicatos fuertes pueden inducir a las autoridades a avanzar en la redistribución, sea porque movilizan a los trabajadores a votar por partidos que prometen redistribuir el ingreso o porque impulsan a todos los partidos políticos a hacerlo. Por el contrario, su debilitamiento puede llevar a una menor redistribución y una mayor desigualdad del ingreso neto.
  • Poder de negociación de los trabajadores influye en el nivel de ingresos más altos: Una menor sindicalización puede significar una mayor participación de los ingresos más altos en la distribución final de la renta. El debilitamiento de los sindicatos reduce el poder de negociación de los trabajadores, incrementando la proporción de la renta del capital.