Entrevista a José Luis Ugarte y César Arese

EL DERECHO DE HUELGA NO ES UN MERO ANEXO DE LA NEGOCIACIÓN COLECTIVA.

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Con ocasión de la presentación del Libro Huelga y Derecho de José Luis Ugarte [Universidad Diego Portales, Chile], llevada a cabo en el marco del 26° Encuentro de Ex becarios de Bolonia, Turín y Castilla La Mancha [10–11 de noviembre], en las instalaciones de la Escuela de Derecho de la Universidad de Valparaíso, TrabajoDigno.pe entrevistó al autor de este libro, conversación que fue acompañada por César Arese, destacado laboralista y profesor de la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina.

Profesor Ugarte, durante la presentación de su libro usted comentaba que era necesaria una publicación sobre el derecho de huelga en Chile, entre otras, por razones históricas. ¿Por qué esa necesidad?

José Luis Ugarte [JLU]. En el contexto jurídico mundial, la huelga está pasando por una fase de decaimiento, la huelga es vista como un derecho extremadamente hostil a la ética de la productividad, a la razón neoliberal y a la productividad como ideal social desatado. Era interesante, en el caso general y chileno, recuperar la idea de la huelga como un derecho a ser tratado y no como un mero anexo de la negociación colectiva, que es como suele ser considerado.

Uno no encuentra una bibliografía monográfica extensa sobre la huelga, salvo en libros excepcionales. Generalmente, el tema de la huelga está incorporado dentro de otros tratados. En Chile hace 50 años que no se publicaba un libro sobre la huelga, por ello, estaba detrás la idea de recuperar la memoria jurídica.

Durante la presentación, mencionó a un autor que no era muy conocido, Arnoldo Camú, vinculado al proceso chileno y que trabajó con el expresidente Salvador Allende. ¿Podría comentarnos más acerca de él?

[JLU]   Sí, Arnoldo Camú fue asesor laboralista de Allende y es el autor del último libro sobre la huelga en Chile. Apenas se dio el golpe de Estado, lo detuvieron porque era dirigente del Partido Socialista. Camú salió a defender al gobierno de Allende con las armas, pero lograron detenerlo mientras se daba a la fuga y así es como lo asesinan. Su faceta como luchador político estaba dormida, pero también la académica. Hasta que dimos con este libro y lo recuperamos, con la gracia de que el próximo año existe incluso la posibilidad de que publiquemos su reedición, después de todos estos años en los que permaneció como una pieza perdida porque había un manto de silencio sobre este tema.

Profesor Arese, en la actual situación en la Argentina, cual es el actual debate sobre la importancia de la huelga y la mirada histórica.

Cesar Arese [CA]. La huelga ha sido un tema histórico en su condición de generadora de derechos, aunque se vea en el corto plazo como causante de daños. En definitiva, la huelga es un mecanismo para el reformulamiento de la propia sociedad en conflicto; la economía de mercado implica conflicto, una empresa compite con otra y desaparece, esto es un daño al mundo del trabajo donde los intereses contrapuestos se manifiestan a través del uso de la fuerza que en el caso obrero es la huelga.

Por otro lado, en la literatura jurídica argentina, hay una larguísima tradición de sostén jurídico de la huelga. La primera obra jurídica de derecho del trabajo en Argentina data de principios del siglo XX, Juan Bialet Massé fue el autor de cuatro o cinco libros en los cuales aparece la huelga y habla sobre algo que hoy en día parecería casi un despropósito, afirma que la huelga legal se produce cuando el empleador incumple el pago del salario, estamos hablando de 1904.

En los años cincuenta se publica una obra llamada La Huelga, de la Universidad Nacional del Litoral, con la participación de autores europeos y argentinos, en la cual se habla de una diversidad de facetas de ésta, incluso de la huelga como un derecho de guerra. Hasta ahora, salvo contados casos, la huelga está “procesalizada” aunque con reglas relativamente flexibles en Argentina, siguiendo los criterios de la Organización Internacional del Trabajo. En huelgas de servicios esenciales, en términos generales puede ser desarrollada la huelga con relativamente pocas limitaciones, las procesales únicamente.

Sin embargo, esto está cambiando. Por ejemplo, en Córdoba se ha puesto en evidencia una ley que restringe el concepto de derecho de huelga en servicios esenciales, además incluye como limitación laboral a los servicios públicos y empleados públicos. Es un comienzo. En los últimos tiempos, se ha visto el despido de huelguistas y posiblemente cambie en el futuro el reconocimiento de los derechos más o menos amplios que teníamos.

masa peronista Plaza congreso 15 junio

En el libro se desarrolla la idea de la negociación colectiva reglada y su vinculación con las limitaciones al derecho de huelga en el caso chileno. Durante la dictadura de Fujimori, se estableció en Perú un esquema de negociación reglada y una definición limitada del derecho huelga. ¿Podría comentar sobre el concepto ampliado de la huelga?

[JLU]   En mi opinión, las constituciones latinoamericanas son generosas en general con el derecho a huelga, pero probablemente porque ahí no se juega la vida, no está en la sala de máquinas del poder, digamos, porque esa sala es la ley, con excepciones. Pero, por más que uno quiere amplificar el derecho de huelga, comúnmente hay lecturas constitucionales restrictivas, o el propio legislador o la jurisprudencia hacen el trabajo sucio, por así decirlo. El de restringir su interpretación.

En el caso chileno, hemos logrado como academia problematizar eso; la jurisprudencia chilena acepta el concepto progresivamente más amplio de lo que se aceptaba en la dictadura, y eso ha sido en base a la idea de la huelga como derecho constitucional. Por lo tanto, esto se podría hacer en otros países de América Latina, donde uno podría trabajar la huelga como derecho constitucional y sus consecuencias que, en general, quedan abandonadas. En América Latina y en muchos países se afirma la huelga como un derecho fundamental pero cuando uno ve la regulación legal, se pierde la potencia de la huelga en el camino. Cito el caso peruano que define la huelga en términos restrictivos como suspensión de labores, la idea clásica del abandono total del trabajo. La dictadura en Chile no tuvo ese perfeccionamiento del plan laboral como en el peruano, porque la legislación chilena no define la huelga. Por lo tanto, uno puede problematizar el concepto de huelga: se ha logrado y hay una jurisprudencia más progresista que entiende que los brazos caídos también son una forma de huelga, cosa que en el diseño original era inadmisible. Lo que ha dado frutos ha sido la constitucionalización del derecho de huelga, que se ha hecho de una manera implícita, a la alemana, porque tampoco los redactores de la Constitución estaban pensando en la huelga. Recordemos que la Constitución chilena es de la dictadura, se ha reformado, pero el artículo 19, de los derechos, sigue siendo el mismo que cuando Pinochet.

Entonces, eso no sé si es malo o bueno porque como no está textualizada, las interpretaciones son más abiertas aún; no tenemos el debate argentino o uruguayo, de la gremialidad del derecho. Aquí una de las cosas curiosas es que la falta de texto genera un campo de avance mucho más abierto y de disputa, pero para hacer esa disputa hay que contar con los instrumentos constitucionales y teóricos.

Si revisan el libro está plagado de referencias de derecho comparado, en el caso peruano y brasileño por ejemplo. En la constitución brasileña es donde se expresa con mayor nitidez lo que estoy diciendo. La constitución brasileña es, en mi opinión, la que mejor textualiza la huelga porque dice que es un derecho de los trabajadores para la finalidad que ellos determinen.

TD.- Y en el caso argentino, esta relación entre Constitución, ley y jurisprudencia ¿en qué sentido va respecto del derecho a huelga?

[CA]. La huelga es un derecho también fáctico que trabaja a veces autónomamente, dentro de lo que disponga el derecho, o sea, cuando los trabajadores deciden parar lo hacen con o sin Constitución, con o sin ley, y logran la transformación necesaria. De esto hay ejemplos en la época de la dictadura donde los trabajadores se imponen por encima de la ley, pero obviamente un texto constitucional es un instrumento útil. En el caso argentino la formulación es muy amplia, se reconocen los gremios y el derecho de huelga, eso es todo lo que dice la Constitución. Esto ha permitido la defensa de movimientos huelguísticos que podrían parecer como irregulares, como un ejercicio irregular del derecho de huelga, cuando se decía que la Constitución no tiene ningún método, no tiene ninguna condición, ni tiene sujetos.

En el último año ha surgido en Argentina un caso importante, llamado caso Orellano, en el cual la Corte Suprema interpretó -sobre la base del texto constitucional- que la proclamación de la huelga es un derecho de las asociaciones sindicales, no de los trabajadores no sindicalizados, esto ha dejado a la intemperie a una serie de movimientos huelguísticos y ha constituido en la práctica una restricción del derecho de huelga.

Es interesante lo que apunta José Luis Ugarte, tener un texto constitucional y operarlo en la jurisprudencia y en la doctrina es un pie importante para trabajar incluso en contra de los textos legales restrictivos. Esta es una lucha por el derecho, hay que ver también cómo los trabajadores utilizan este instrumento en sus lugares de trabajo, cómo lo pueden sostener. La huelga fundamentalmente es un hecho, que luego tiene la expresión jurídica, así surgió históricamente, no existía texto ni constitucional ni legal, los trabajadores hacían huelga y lograban derechos.

¿Cómo articular la acción sindical, vía un acto de conflicto como es la huelga, con otro tipo de luchas sociales no vinculadas necesariamente al sujeto laboral tradicional, dependiente y sindicalizado?

[JLU]   Yo tengo la impresión de que el futuro del sindicato pasa porque haga vínculo y nexo con las demandas sociales, ya que, nos guste o no a los laboralistas, el trabajo ha perdido centralidad. Hoy día para la izquierda política y jurídica, el trabajo no es el centro en relación al cual se fijan las periferias, digamos.

Hoy día la temática de derechos sociales, por ejemplo, ha ganado mucho terreno al derecho del trabajo. En el caso chileno, para la izquierda política son más relevantes los derechos sociales que el derecho del trabajo, esto es importante y pasa no solo en el caso chileno. A nivel mundial, una parte de la izquierda ha abandonado al trabajo como eje, hay todo un esquema renovado, este es un escenario nuevo en las últimas décadas, y si el sindicalismo no se hace cargo puede quedar completamente aislado. Y ahí es clave que en el caso chileno se hagan nexos con el mundo social. Ha habido una experiencia exitosa en Chile, detrás de la gran problematización del sistema de AFP está el sindicalismo. Es un buen ejemplo de cómo el sindicalismo genera un movimiento de carácter social que excede el mercado de los trabajadores y que se transforma en la gran movilización ciudadana en el último año. Creo que es un camino a ser explorado por el movimiento sindical, si no, se corre el riesgo de que la fragmentación de los trabajadores, la atipicidad reinante en la figura laboral termine aislando al sindicato en una especie de aristocracia que son los trabajadores industrializados, con derechos completamente desvinculados del nuevo mundo del trabajo, fragmentados, precarizados esa es la gran pregunta.

Afiche 3 favor gobierno

¿Cuál podría ser el rol de los partidos, la izquierda, en esa articulación en Argentina?

[CA]. Respecto de los trabajadores precarizados, el movimiento obrero sindicalizado no ha seguido una política clara pero esto está cambiando, en el caso de Argentina han aparecido confederaciones de trabajadores. En el caso argentino, estos trabajadores tienen negociación con el Estado por ley, ahora qué futuro se puede encontrar, seguramente estos sectores necesitan encontrar una presencia y legislación adecuada porque, aparentemente, el mundo gira hacia la consolidación de este sector de economía popular. Lo cual implica el siguiente riesgo: estos trabajadores de la economía popular suponen una competencia para los trabajadores sindicalizados, en el sentido de que terciarizan sectores e inclusive pueden contribuir, aunque no lo quieran, a un recorte de los derechos, simplemente porque necesitan bajar los costos para competir. Además las empresas usan a estos sectores para rebajar costos, por ejemplo, las cooperativas de trabajo. Los trabajadores de la economía popular son trabajadores pero sin relación de dependencia, hay que darle una respuesta a ello también.

Antonio Baylos decía que ya no debíamos habar del “mundo del trabajo”, sino del “mundo de los trabajos” con su diversidad y diferencias. Comentaba la reciente experiencia en Chile del cuestionamiento al Sistema Privado de Pensiones [SPP] y de las AFPs. Como ustedes saben, Perú también tomó este modelo que, hasta el día de hoy se mantiene en sus esquemas básicos. ¿Cómo juega en el caso de Chile, la crítica al SPP respecto de un debate por la hegemonía cultural desde el lado de los trabajadores?

[JLU]   En mi opinión ha sido clave la pretensión de desmercantilizar las relaciones sociales y avanzar hacia una repolitización de espacios sociales. En el sistema de pensiones, el tema de la seguridad social ha sido tecnificada de manera tal que parecía que solo podían hablar los expertos. Sin embargo, hoy día este movimiento ha logrado repolitizar el tema, la mayoría está en la campaña y las AFP han tenido que salir a defenderse. En épocas anteriores, las AFP ni siquiera necesitaban defenderse, pero ahora han hecho publicidad, ellas mismas reconocen que hay que reformar algunas cosas.

Hoy en día las diferencias políticas de izquierda son sobre su posicionamiento respecto a la AFP. Entonces, los continuadores del gobierno ofrecen que continúen con la reforma y el Frente Amplio presentó la modificación total del sistema de pensiones en búsqueda de un sistema de seguridad social de reparto. Esto era antes impensable, era culturalmente implanteable. Una reforma de ese calado requeriría de décadas pero ya está planteado y hay que esperar que políticamente germine.

En Argentina el retorno al sistema público de reparto se dio a partir de una modificación, hace más de 10 años, ¿hay un intento de volver a un esquema privado?

[CA]. La experiencia fue malísima, tuvo muchos ataques, fue un negocio financiero la creación de las AFJP. Felizmente hace una década fue cancelada, desde entonces no se escuchan voces que reclamen el retorno al sistema de capitalización. 

Respecto del rol de los partidos en relación al mundo del trabajo, en el caso chileno, la experiencia del Frente Amplio es nueva y conjuga distintas luchas, ¿cuál es su evaluación? y ¿cómo ve los lineamientos que plantea el Frente Amplio con relación al tema laboral?

[JLU]   Las izquierdas chilena y mundial abandonaron la centralidad del trabajo, no es el eje de la izquierda. Como dice Boaventura de Souza Santos, la izquierda se ha quedado sin su eje histórico que eran los trabajadores, ahora ya no existen como sujeto de clase. Hay que laboralizar el discurso, volver a poner al trabajador en el centro pero haciéndose cargo de la evolución del trabajo. Uno de los grandes problemas de la izquierda es su discurso tradicional. O sea, si retomar el trabajo significa volver al esquema de alienación, de liberar al hombre alienado, no estamos leyendo bien los cambios de la sociedad. Creo que ahí hay que hacerse cargo, hay que entender que hay gente que no quiere trabajar más, que quiere tener más mando sobre ello. Hay una nueva realidad laboral que hay que incorporar en el discurso. En el caso del Frente Amplio chileno creo que lo hemos hecho por la vía de una propuesta de la reducción de la jornada, que la gente no pase todo el día trabajando, porque ese es uno de los nuevos ejes del capitalismo neoliberal. En el caso del Frente Amplio se trata de una propuesta laboral trasformadora que supone un cambio cualitativo y, en el futuro, va a ser una lucha mayor.

En Argentina, ¿cómo ve la relación entre la política, partidos, el Estado y los trabajadores?

[CA] Los trabajadores han perdido una identificación histórica con el peronismo, y los sindicatos también, pero a su vez, el peronismo está en un proceso de cambio, de fractura entre el exgobierno de Kirchner, y el tradicional. Esto va a tener una solución, pero no se puede avizorar un panorama claro. Los sindicatos están trabajando autónomamente respecto de los partidos políticos, pero posiblemente hagan una alianza estratégica con el peronismo.