Los movimientos sindicales vienen resistiendo –aún con poca suerte y en medio de tensiones internas–, la ola de despidos que se viene dando en Argentina desde que asumió el gobierno nacional el actual presidente argentino, Mauricio Macri. En lo que va de su mandato, iniciado en diciembre del 2015, el número de trabajadores despedidos supera –según algunos cálculos realizados por sindicatos– los 100 mil trabajadores entre el sector público y el privado. A esto se suma la implementación de una mega devaluación para reducir la inflación que ha tenido su correlato en un ajuste de la capacidad adquisitiva del ingreso laboral. Esta coyuntura (y la que se avecina, al decir de algunos analistas), explica en parte la convergencia (históricamente inédita) de dos sectores importantes del sindicalismo argentino –la peronista Confederación General de Trabajadores (CGT) y una facción de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), la segunda central más importante–, en el marco de la potente movilización ciudadana por los cuarenta años de la dictadura militar (1976), realizada hace unos días en Buenos Aires y otras regiones del país.
Para Alfredo Zaiat, economista y columnista de Página 12, las razones (y limitaciones) de esta confluencia, son claras:
El salario real ha registrado un retroceso muy fuerte por el shock inflacionario provocado por la megadevaluación. Los precios de la canasta básica subieron mucho mientras que los ingresos no se han actualizado. El gobierno propone un techo a las paritarias del 25 por ciento, mientras que los sindicatos no han reclamado un aumento de emergencia previo al comienzo de las negociaciones. En ese contexto de muy rápido retroceso del mercado laboral y de las condiciones materiales de los trabajadores, ¿dirigentes sindicales y fuerzas políticas de la oposición aliadas al oficialismo mantienen como principal reivindicación la demanda por el Impuesto a las Ganancias que alcanza a una minoría en relación de dependencia? ¿El manejo de la caja de las obras sociales (la Superintendencia de Servicios de Salud) entregado por el gobierno a gremialistas vitalicios es más importante que el destino laboral de miles de afiliados a los sindicatos? La masiva movilización del 24 de marzo exhibió una necesaria ruptura de ese cerco con la confluencia de gremios de la CTA-Yasky y CGT para la defensa del empleo, manifestando que estos dirigentes son conscientes acerca de qué es lo que realmente está en juego con el nuevo régimen económico del macrismo.